lunes, 26 de abril de 2010
La soledad que a veces viene por el amor es muy dolorosa. Todo es negro, marchito, arrugado, petrificado, desolado y ruinoso: las horas son crueles, ambiguas, solitarias... y las voces del amor callan en la densa oscuridad. Pero esta soledad es algo breve. Donde florecen las tinieblas, rompe la luz. Donde el corazón yace en ruinas, se desata la alegria. El tiempo palpita y se abre como un capullo nuevo y todo resplandece con el sentimiento.
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