viernes, 25 de junio de 2010

Ningún juego te hará olvidar: tu alma es una máquina fría, un lúcido registro. Nunca olvidarás nada en un torbellino que arrase lo grande y lo pequeño para tirarte a otro presente. Dormir, el olvido pequeño. Una lenta ceremonia incomprensible nos había acercado en la noche desde nuestras infinitas distancias. No me dormiré, no me dormiré en toda la noche, veré la primera raya del alba en esa ventana de tantos insomnios, sabré que nada ha cambiado. No se lo diría nunca, que su nombre me llegaba como los perfumes que atraen y repelen a la vez

No hay comentarios:

Publicar un comentario